Relatos en la Isla Tintero

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Leer y escribir ciencia ficción: entrevista a Carlos Pérez Casas

¡Buenas a todos y feliz año 2017!

He querido empezar el año haciendo algo un poco distinto. Siempre estoy hablando de ciencia, pero hoy quería hablar de ciencia ficción. No voy a hablar de lo que es, porque creo que eso lo sabéis (y si no, en El Libro Del Escritor y en El Rincón de Cabal se habla acerca de su definición y características en unos artículos muy completos), sino que he querido hablar de lo que implica leerla y sobre todo, escribirla.

Como ya he contado muchas veces, empecé a leer ciencia ficción gracias a un profesor mío, pero sin saber realmente que era cifi. Yo pensaba que eran simplemente libros que tenían que ver con algún aspecto de la ciencia que estábamos dando en clase, pero en realidad, sin que nos diéramos cuenta, nos estaba haciendo leer verdaderos clásicos, desde Asimov hasta Aldous Huxley, pasando por los suyos propios.

El caso es que en uno de sus libros, en la segunda página justo debajo de la dedicatoria, pone, y cito textualmente:

«Visto lo visto hasta la fecha, cuando uno acaba una novela de ciencia ficción en español, lo mejor que puede hacer con ella es colgarla en Amazon: los amantes del género la sabrán encontrar, los detractores no podrán divertirse poniendo trabas, las editoriales «modelo siglo XX» ni se enterarán y los indiferentes seguirán a lo suyo.»

Esto me dio pena y me hizo pensar un poco, ¿tan malo es el panorama? Bueno, yo realmente no soy quien para hablar de ello, por eso hoy visita el blog Carlos Pérez Casas, lector y escritor de ciencia ficción. Con él he querido hablar sobre el género, tanto desde la perspectiva del lector como del escritor, ya que creo que son visiones diferentes aunque a menudo vayan juntas.

Carlos nació en Zaragoza en 1989 y es licenciado en Historia. Su primera novela, El señor es mi pastor es una distopía futurista que versa sobre la ingeniería genética. Pertenece a la saga titulada Hijos del cirujano, así que pronto podremos leer más títulos ambientados en este planeta minero controlado por la Iglesia. La segunda, El alguacil, se acerca más a la novela histórica y a la tragedia. Podéis encontrar más cosas sobre él en su web, aunque eso sí, sigue en construcción. Sobre todo podéis leer reseñas de libros de ciencia ficción (muy interesantes a mi parecer). Echadle un ojo si sois fans del género.

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¡Y aquí está Carlos con su libro!

Bueno, y ahora, poneos cómodos y empezamos con la entrevista.

En tu opinión, como lector y escritor de ciencia ficción ¿cómo ves el estado de la cifi en español?

Escasa de títulos famosos. Si eres lector y accedes a la oferta de literatura de ciencia ficción serás inmediatamente bombardeado con los grandes títulos de relevancia internacional. Anglosajones. Parece que en época reciente se ha intentado añadir algo de heterogeneidad a la fantasía con la adicción de algunos títulos chinos, pero el reinado del inglés continúa imbatible.

¿Qué consecuencias tiene esto para la ciencia ficción española? Le falta ese toque mágico que representa la publicidad. Aunque contemos con novelas de calidad es difícil que alcancen repercusión más allá de nuestras fronteras, aun con la ayuda de Internet. Aunque estén en el teatro principal, tienen las butacas baratas del fondo.

Eso me lleva a hablar de los autopublicados, los que se han esforzado no solo en escribir sino en publicitarse a sí mismos. Y por eso quiero mencionar una saga de ciencia ficción blanda, muy orientada hacia el entretenimiento, repleta de carisma y ritmo: La amenaza treyana, de Miguel Ángel Alonso Pulido. ¿Por qué la nombro? No es solo porque me haya parecido magnífica, sino porque es casi la única obra de ciencia ficción española de la que he oído hablar en los últimos tiempos, y ha sido gracias a la buena-y-no-ofensiva publicidad que el autor ha hecho de ella. La he visto, me he interesado por ella.

Como verás, mi respuesta no ha sido sobre la calidad, sino sobre la poca importancia que parece dársele. Entonces, ¿cómo veo la ciencia ficción española? No es invisible, pero no está a simple vista.

¿Por qué crees que la ciencia ficción se considera un género menor en muchos ámbitos?

Más que menor, infravalorado. Cuando la gente oye hablar de una novela de ciencia ficción —o de fantasía, ya que nos ponemos— inmediatamente creo que se forma en su cabeza una imagen un tanto contradictoria. Por un lado, suponen que les va a resultar una sorpresa y, al mismo tiempo, que no les van a contar nada nuevo. Naves espaciales, unos alienígenas por ahí, seguramente una guerra, quizá un poco de robótica, etc. Les despierta la curiosidad, sí, y por eso están dispuestos a ver la película.

Hay una problemática con este género y es consecuencia de la sociedad audiovisual en la que cada vez estamos más y más inmersos: la gente quiere luces brillantes y efectos especiales en la ciencia ficción. Algo que un libro por sí mismo no les puede dar. Los que están acostumbrados a leer —cualquier género— son muy conscientes de lo que su imaginación puede hacer con las palabras adecuadas.

Entre los lectores hay quienes tantean la ciencia ficción y tras un tiempo no querrían cambiarlo por la adaptación televisiva; también están los que pueden vivir en paz con ambas versiones. La ciencia ficción no debería ser —ni mucho menos ser considerada— espectacular, sino emotiva, debe anticipar el futuro, sea este brillante o trágico, para que no sea únicamente una cara bonita repleta de efectos especiales. La verdadera persona está tras el maquillaje.

La ciencia ficción adolece de un segundo problema para ser popular y reside en que al ser un género tan puramente imaginativo —quieres contar una historia de amor, traición o injusticia como cualquier novela pero con una ambientación totalmente distinta— es posible que la gente sienta cierto rechazo hacia esos mundos inventados. No es real, pueden decir, no me aporta nada. No están dispuestos a dejarse arrastrar por la locura de quien lo ha creado. Sin embargo, la ciencia ficción nos proporciona mucho más de lo que da a entender.

Para mí, la ciencia ficción es una forma contar una historia (el storytelling) utilizando influencias de nuestro mundo y nuestro pasado para darles un nuevo enfoque. Incluso para ser instructivos sobre la naturaleza de las motivaciones y acciones humanas. La especulación es un punto fundamental en la ciencia ficción, permite a los escritores mostrar qué es lo que haría la gente si se dieran las condiciones propicias. Hablo de injusticia, hablo de crueldad, hablo de ternura. Puedes contarlo de un modo distinto y hacer que personajes imaginarios cometan los mismos errores que sus alter ego de nuestro presente, ampliando la visión del lector.

No es un género menor, solamente más imaginativo.

Por cierto, los que consideran la ciencia ficción un género menor han de saber que existen otras opiniones sobre cuál es un género menor, y puede afectar a la comedia, la novela negra, el terror, la romántica o la poesía. Cada uno tiene su propia tabla de prioridades sobre qué leer o no. Y no pasa nada.

Hay mucha gente que tiene aversión a este género solo porque en su nombre aparece la palabra «ciencia» y ya lo ven demasiado complicado. ¿Qué le dirías a esa gente?

Que se centren en el apellido. Dentro del género de la ciencia ficción existen dos variantes. Está la ciencia ficción dura (hard science fiction), que es la que requiere de todo ese trabajo de documentación que antes hemos mencionado, para aquellos lectores (y escritores) que han querido dar un salto adelante y complicar más su mundo. Y luego está, por asociación, la ciencia ficción blanda, que le da menos peso al realismo o la explicación científica y se centra en mayor medida en la trama y el espíritu lúdico.

Y para los escritores que tienen miedo de que sus lectores se asusten al leer tengo un consejo (dado por un novato, pero un consejo): el futuro es viejo. Las historias que más me han gustado son aquellas que están ambientadas en universos donde todo tiene un olor arcaico. En Star Wars tenemos Tatooine, que es un mundo de nómadas del desierto donde hay androides y alguna nave espacial junto a chozas de adobe; en La amenaza treyana hay un planeta que parece sacado de la Primera Guerra Mundial; y en La chica mecánica la fuerza animal es la fuente de energía y los dirigibles un medio de transporte habitual. Se puede eliminar esa aversión hacia la ciencia ficción si le ofreces al lector un mundo que puede identificar con facilidad.

Si lo haces viejo, es identificable. Así facilitar la lectura y aumentas el entretenimiento del lector.

¿Crees que la ciencia ficción debe ir de la mano con la divulgación científica?

En mi opinión la parte científica que incluye la narrativa de ciencia ficción no va sobre la tecnología en sí, sino sobre el uso que le damos a esa tecnología. Me viene a la cabeza un libro de Sven Linqvist, Historia de los bombardeos, donde se explica la aviación desde un punto de vista no tecnológico. Habla sobre las esperanzas que se depositaron en el avión como medio de transporte y fuente de comunicación entre gentes lejanas, para acabar convirtiéndose en la mayor herramienta de aniquilación que ha existido. De vuelta a Star Wars pensemos en la Estrella de la Muerte; el Imperio tenía los recursos y la tecnología necesarios para crear un mundo artificial, algo que podía haber sido utilizado como Arca de Noé o solucionar problemas de superpoblación. ¿Y qué hace con esa tecnología? Utilizarla como autobús para transportar un arma terrorífica de un lugar a otro de la Galaxia.

La divulgación científica no debería ser labor de los novelistas. El escritor investigará sobre ciencia para documentarse pero a la hora de plasmar esos conocimientos en su novela debería hacerlo con la intención de explicar qué hará el ser humano con esa tecnología, no cómo funciona. Lanzar una bengala de advertencia es más importante que demostrar lo mucho que sabes sobre algún aspecto científico. Eso resérvalo para los escritores que te utilicen para documentarse.

¿Hasta qué punto crees que es importante ser realista cuando escribes ciencia ficción? ¿Cuáles son los límites de ese pacto lector-escritor?

Al lector le estás mintiendo desde la primera frase. Él lo sabe, no hace falta que finjas que no es así. Tú le estás contando un cuento. No necesitas ser realista porque escribes ficción. Más aún, escribes ficción en una ambientación ficticia. El realismo queda fuera de la ecuación. Ser lógico, por el contrario, es otro cantar.

Lo único que el escritor debe explicarle al lector (sin ser academicista ni usar la exposición forzada) es el «¿por qué?». Todas las acciones de los personajes deben tener una motivación consistente. El hecho de que haya una ciudad flotando en las nubes no debe explicarse con un «es que la tecnología lo permite»; tiene que haber una razón de peso para invertir recursos y tiempo en su existencia. Explicando a través de los personajes, con pequeños detalles sueltos en la trama y nunca diciéndoselo a la cara como narrador, el autor debe convencer al lector de que los elementos de su novela son de una forma concreta no porque se lo haya imaginado, sino porque era la solución obvia. No es fácil conseguirlo.

Los límites del pacto vienen marcados por el disfrute de la novela. El lector quiere que le entretengan, y no va a obtener lo que quiere si está constantemente alzando la ceja conforme pasa las páginas. Hay una diferencia sutil y a la vez abismal entre la intriga y la incomprensión. El escritor debe ofrecer a sus lectores una lectura que no deje cabos sueltos, especialmente en los puntos más esenciales. Por otro lado, tampoco debe abrumar al lector con su worldbuilding, especialmente de forma directa. Por ello el autor debe tener páginas y páginas adicionales sobre ambientación, tramas y subtramas, fichas de personajes y de escenarios que nunca aparecerán en el libro. Una enorme cantidad información que debe quedarse en la mente del autor, para que comprenda su propio mundo y la transmita al lector, sin que a veces haga falta decir nada de forma explícita.

A él solo le cuentas la historia. La ardua tarea de construir tu mundo es un marrón silencioso que tú solo te tienes que comer.

¿Cuál crees que es la mejor manera que tiene un escritor de ciencia ficción para documentarse? ¿Qué métodos usas tú?

Ir a una zapatería y preguntarse quién demonios fabrica esos zapatos, y bajo qué condiciones. Ver Cosmos, de Cal Sagan. O a Punset. Encadenar vídeos de Youtube sobre exploración del sistema solar. Teclear minería espacial en Google. Abrir un libro de Física de Primero de Bachillerato. O una página al azar del diccionario español-inglés. O de un libro del estante de ciencia ficción. Cualquier día, en cualquier momento, te llegará la idea. Normalmente con un ¿Y si…? Cuándo hayas formulado la pregunta, querrás conocer la respuesta. Entonces, empezará el trabajo.

A la hora de preparar el trabajo previo a la escritura es necesario partir de lo general, aquello que afecta al conjunto de tu cosmos, para ir descendiendo hasta lo concreto o lo ínfimo. Por ello considero que la tarea de documentarse viene marcada fundamentalmente por la ambientación, el escenario y los personajes. En orden inverso.

La ambientación es lo que exige menos estudio pero más creatividad. Podemos partir de una idea bastante básica como «los viajes estelares son posibles gracias a un combustible solo presente en los gigantes gaseosos» y empezar a desarrollar nuestro worldbuilding sin imponernos demasiadas limitaciones. Esta fase es sencilla desde el punto de vista científico.

Los problemas comienzan con el escenario. Haya una o varias localizaciones en nuestra novela es importante saber cuáles son las condiciones de vida allí. ¿Una Tierra desolada? ¿Tal vez solo con los polos derretidos y el nivel del mar rozando los talones de un marinero de Huesca? ¿Marte en plena colonización? ¿Una estación espacial con su invernadero arrasado por las llamas y solo cuatro horas restantes de oxígeno? El escenario condiciona cuáles son las necesidades humanas. Marca la rutina diaria de quienes crearemos para que vivan allí. Aporta la sensación de que el mundo de nuestra novela está vivo y no solo espera a que los personajes entren en acción. Hay novelas en las que solo «pasan cosas» cuando los personajes están allí. Error. El escenario debe ser algo más que eso. Debes tener muy claro cómo es el lugar (o lugares) donde tu novela transcurre, no solo por la descripción física, sino también para hablar de lo que se puede hacer y lo que no, por mucho que se esfuercen los personajes.

En tercer lugar, los personajes son el aspecto más cercano al lector, por lo tanto las sensaciones y los problemas de ese futuro le serán transmitidos a través de los personajes. Nuestro worldbuilding debe tener ahora una razón de ser. No está ahí para ser bonito, debe condicionar la vida de los personajes.

La mejor manera que tiene un escritor para documentarse, y que es la que yo utilizo, es hacerse dos preguntas esenciales: cómo y por qué. ¿Cómo esa tecnología que hemos imaginado ha condicionado la forma de ser de la gente, su psicología o incluso su sistema económico y social? ¿Y cómo me afecta a mí, como personaje, en mi día a día? ¿Por qué esa tecnología y no otra, ha sido elegida para regir la vida social? ¿Por qué el futuro es así y cómo hemos llegado a eso? Así que, como vemos, la documentación debe ser, en cierto modo, antropocentrista. ¿Cómo la tecnología afecta a mis personajes, que yo he creado? ¿Cómo me afectaría a mí?

Lo único que queda es responder a esas preguntas. Es bastante sencillo. Para el escritor novel (y para el profesional también) Internet ofrece una inmensidad de conocimientos para quienes tecleen las palabras adecuadas. Los blogs sobre recursos para la ciencia ficción son mucho más abundantes de lo que parece, y para mí representan una mina de información que no dejo de explotar y ampliar. Sus primos en Youtube son más visuales. Usa los dos sistemas. En apenas un año he acumulado muchísima información para borradores que ni siquiera tengo pensados. ¿Qué hago yo? Me dedico a almacenar datos en espera de que algún día se me ocurra una idea en la que aplicar esos conocimientos. Hasta entonces, sigo curioseando en Internet. Es como los programas de formación continua del profesorado. Nunca se detienen aunque ya estés consagrado.

¿Qué es para ti lo mejor y lo peor de escribir ciencia ficción? ¿Y lo más difícil?

Lo mejor es la libertad, te ensalza. La posibilidad de crear todo; de dar rienda suelta a tu imaginación; construir mundos; nuevas especies, antropomorfas o fungoides; sistemas sociales que nunca existieron, justos o injustos; e incluso tecnologías. Es una maravillosa sensación el ir diseñando los pilares sobre los que se sustenta tu ambientación, sabiendo que no estás limitado por prácticamente nada en esa fase inicial de pura creatividad y que tus lectores agradecerán tu derroche de imaginación. Más, más, más. Siempre adelante, pensando diversas alternativas, viendo cómo las ideas se suceden una tras otra haciendo más complejo y rico tu mundo.

Escribir ciencia ficción es gratificante.

Lo peor es la libertad, te oprime. La necesidad de crearlo todo, absolutamente todo, requiere de un esfuerzo titánico de ambientación y planificación. Puedes contar con modelos de inspiración pero al igual que los artistas del Renacimiento no tienes que tomar los órdenes clásicos para hacer edificios, debes captar su esencia y hacer algo completamente nuevo con la idea base que se oculta bajo esa fuente de inspiración. Y tú no te sientes un Brunelleschi o un Miguel Ángel, pero lo vas a intentar. Fracasando una y otra vez.

Hacer un mundo surgido completamente de tu imaginación puede requerir igual o más horas que el proceso de escritura en sí. Sistemas políticos, organizaciones sociales, religión, medios de comunicación, relaciones interpersonales, efectos de la tecnología sobre la forma de vida… Hay veces en las que las ideas se acumulan, los personajes cambian constantemente a medida que vas descubriendo fallos inconsistentes con tu ambientación y te das cuenta de que tienes que seguir trabajando en los secundarios, porque son quienes van a configurar de primera mano cómo es el protagonista, el que interactúa con ellos y su mundo.

Escribir ciencia ficción es desesperante.

Leyendo entre líneas lo que he dicho, es obvio que lo más difícil en la ciencia ficción es saber cuándo parar. Cuando escuchar a la voz de la sensatez que te grita que no deberías seguir ampliando el trasfondo de tu mundo. La misma voz que te susurra que te tranquilices, que ya lo has hecho bien y no necesitas seguir arreglando errores. Escuchar esa voz es fácil, hacerle caso es una tarea hercúlea. Creo que los escritores de ciencia ficción somos individuos demasiado perfeccionistas, lo cual nos lleva a seguir reelaborando nuestros trabajos ¡incluso aunque ya lo hayamos publicado! Lo difícil es conformarse con lo que tenemos y dar un paso adelante hacia nuestro siguiente proyecto.

Conclusión

Como amante de la ciencia ficción, no puedo evitar pensar que me gustaría que se leyese y se apreciase más. Habrá por ahí gente que prefiera ir de alternativo, en plan «es que a mí me gusta la ciencia ficción, mira qué hipster soy», pero yo creo que si se lee más, también se escribirá más, se traducirá más, habrá más libros que elegir, más gente con la que compartir impresiones y etc etc. ¡Que la ciencia ficción vuelva a ponerse de moda!

Espero que esta entrevista haga que alguien se anime a empezar un libro de ciencia ficción, aunque sea por probar, y si hay suerte, que muchos más os enganchéis al género. Antes de terminar, quiero dar las gracias a Carlos por esta pedazo de entrevista y por haberse tomado la molestia de contestar a las preguntas tan exhaustivamente. En mi opinión, ha hecho unas reflexiones que merece la pena releer.

Y bueno, yo me despido ya. No olvidéis compartir si os ha gustado y dejar algún comentario. ¡Hasta la próxima entrada!

6 comentarios el “Leer y escribir ciencia ficción: entrevista a Carlos Pérez Casas

  1. blascf
    enero 2, 2017

    Me ha parecido una entrevista amplia y con mucho contenido de valor. Como escritor, sé que la documentación es la base de muchas historias, pero en cuanto a la ciencia ficción, esto se multiplica por mil. No puedo más que admiraros, ya que es un punto flaco en mí. Y como lector, no soy mucho de ciencia ficción, pero siempre le doy una oportunidad. Quizá no lea tanta cifi por miedo a encontrarme un libro demasiado hard que me quite las ganas de leer más. ¿Hay alguna «guía» para novatos?
    Un abrazo.

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    • soyperry
      enero 2, 2017

      Hola, Blas 🙂
      Creo que te da miedo el wordbuilding de la ciencia ficción, pero todo es ponerse y una vez que empiezas, ya no paras xD
      En cuanto a lo que dices de guía para novatos, no sé. Si me hablas por privado te busco los títulos que me recomendó mi profesor en bachillerato. Y ahí sí que éramos novatos todos xD
      ¡Gracias por el comentario!

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      • Carlos
        enero 2, 2017

        ¿Y por qué por privado? ¡Recomienda!

        En mi caso… Los viajes de Tuf, de George RR Martin es bastante ameno aunque no es una obra maestra. Entretenido gracias a la prosa que conocemos de Canción de Hielo y Fuego. La saga de La amenaza Treyana de Miguel Alonso Pulido es ciencia ficción palomitera, también The expanse que acaba de despegar en España (aunque aquí hay un breve coqueteo con la ciencia ficción dura). La saga de la Fundación, claro. Dune es algo más obtuso, o gusta o no. Y tengo en lista de pendientes Lágrimas de luz, ciencia ficción española de los ochenta.

        Hay mucho, mucho. Tú pide.

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      • soyperry
        enero 2, 2017

        Decía por privado porque es una lista bastante larga y no quiero hacer spam :/ No creo que los comentarios sean lugar para ponerla XD

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  2. Una excelente entrevista, me ha gustado mucho y no solo por la publicidad de La amenaza treyana 😛 (Ya te llegará el jamón un día de estos, Carlos), sino porque se habla mucho y muy bien de la ciencia ficción en España. En ese sentido, dejad que me ponga en plan abuelo cebolleta, que para eso tengo más años, y puedo poneros un poco de perspectiva.

    Lo que ha pasado con la CF es que se ha hecho mainstream, aunque cueste aceptarlo; además, sus hijos como la fantasía o la ficción especulativa más literaria, se han hecho mayores y ya no quieren saber nada de su madre. ¿En qué se traduce esto? Que la CF de hoy en día no tiene nada que ver con los años dorados de antaño, pero yo no lo cambio por nada.

    Prefiero mil veces poder ir con mi mujer a ver Rogue One que estar más de quince años sin Star Wars en pantalla grande, y prefiero poder elegir entre todos los títulos que están ahora a mi disposición ahora que estar limitado a la colección Superficción de Martínez Roca.

    Para terminar, no voy a cortarme en dar una pequeña lista comentada de cuatro clásicos de la CF que considero de obligada lectura.

    – Flores para Algernon de Daniel Keyes. Un libro de CF para los que no les gusta la CF y una historia capaz de llegarte al corazón. Envidio a quien tenga oportunidad de leerlo por primera vez.
    – Tropas del Espacio, de Robert A. Heinlein. Olvída la película y lee el libro sin prejuicios. Te sorprenderá la cantidad de ideas sobre la sociedad humana que mete Heinlein en una novela supuestamente juvenil.
    – Cuentos completos de Isaac Asimov. El estilo de Asimov brilla en sus relatos cortos, donde está lo mejor de su producción, con historias como «A lo marciano», «El hombre bicentenario» o sus relatos de robots. El género de la CF nació con esos relatos.
    – Cita con Medusa, de Arthur C. Clarke. Y de toda la producción de Clarke lo que más me gusta es su último relato, esta novela corta en la que nos demuestra qué es el sentido de la maravilla. Si no te encanta, es que no te gusta la CF.

    Hay muchísimos más libros y títulos imprescindibles, pero este es un buen comienzo.

    ¡Un abrazo y feliz año!

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    • soyperry
      enero 6, 2017

      ¡Muchas gracias, Miguel Ángel! (Sobre todo por las recomendaciones). Me gusta que aportes tu punto de vista de persona experimentada aquí, creo que en lo referente a ciencia ficción, tú también tienes mucho que explicar.
      Un abrazo y gracias por pasarte.

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Esta entrada fue publicada en enero 2, 2017 por en entrevistas y etiquetada con , .

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